martes, 25 de marzo de 2014

El abrumador No-Silencio

Estando solo uno aprende muchas cosas.
Aveces puede uno llegar a muchas verdades por medio de un acto incluso más antiguo que la profesión más antigua del mundo.
Uno puede hallar la verdad por medio de la meditación.
El hombre siempre ha mantenido su mente en actividad, desde el asombro ante el cielo estrellado hasta el uso del mismo para la navegación y la localización de uno mismo.
Siempre hallamos la manera de hacer que nuestra observación nos de algún resultado útil para nosotros o aveces contemplamos por el mismo deseo de contemplar y poder llevarnos un poco de la belleza del mundo con nosotros, en nuestros recuerdos.
Así pues, tarde o temprano uno se encuentra con el silencio pacificador. Este silencio es un tipo distinto y magnífico de silencio. Este silencio es aquel que uno evoca en sus momentos de melancolía, usualmente pinta un paisaje, un momento, en el que en medio del silencio nos sentimos completos.
No hay nada más embriagador que la felicidad, por eso podemos responder bien a este silencio, este atardecer entre flores, este amanecer en el mar, esta brisa cálida, esta reunión familiar..
Porque ese silencio no es necesariamente mudo, es más bien una sensación de quietud.
Esa clase de momentos que recordamos antes de morir.
Pero hay otra clase de silencio, uno que implica falta de sonido, pero también pesar del corazón.
Es ese silencio tan suspense que nos hace sentir temor o tristeza y nos sume en un estado gris del que sólo se puede salir con una descarga de alegría y determinación.
Yo conozco muy bien ambos tipos de silencio.
Y oh, esta noche estoy esperando poder salir de este opresivo no-silencio.
Sigo esperando tranquila por esa descarga de alegría.
Y espero poder despertar mejor en la mañana.

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