domingo, 1 de junio de 2014

Atención.

Podría observar fotos pasadas... ponerme a llorar incansablemente y pensar en lo que pudo haber sido...hacer un teatro, llamar a personas, ser víctima..
Pero eso es muy sencillo...
Nunca me ha gustado lo sencillo.

Puedo observar fotos pasadas.. escuchar aquellas canciones.. puedo leer aquellos libros, estudiar aquellas imaginarias cartas..
Pero.. solo me basta ver el cielo.. recordar aquello que fue hermoso.. 
Para sentir la imperceptible y silenciosa lágrima resbalando por mi mejilla...
Realmente no puedo hacer un teatro, nunca quise que los otros se enteraran de mis sentimientos.
Nunca quise ser estudiada por ojos acusadores...
Sólo era pequeña..
Sólo quise amar y ser amada..
¿Tiene sentido cantar cuando uno tiene el corazón roto?


Esas son las únicas canciones que valen lo suficiente para ser escuchadas.


Entonces... merezco toda la atención del mundo.

martes, 27 de mayo de 2014

¿Ser amado o ser comprendido?

Lima. 12:40 pm.

La ciudad está más caótica de lo usual.
Me preocupa muchísimo el caos que reina en este abrumador lugar. El sol ha salido y me encuentro muy confusa, los colores que logro distinguir en el ambiente no me tranquilizan.
Ha habido un choque, un camión ha golpeado lo que parece ser un taxi, el chofer del último está muy preocupado, el del camión parece decirle: "ya no hay nada que hacer, lo mandaremos a arreglar." La mirada del chofer del camión atrae mi atención por su comportamiento, no hay culpa alguna en sus ojos, acepta lo sucedido como algo cotidiano.


Muchas personas voltean a mirar, pero pasan con prisa, hay más preocupación que la usual en los rostros de las personas. Qué curioso. Muchos intentan avanzar con más velocidad y debo ser muy cuidadosa para no ser arrasada por la masa enorme de gente que va en dirección contraria a la mía (¡en contra de la multitud una vez más, qué novedad!) una señora reparte lo que parece ser chicharrón frito en carretilla, tiene buen aroma pero el instinto da desconfianza a la posibilidad a comer allí. Siento mucha hambre.

Subo al carro que me lleva a casa. No puedo evitar pensar que he caminado más de lo usual (a pesar de ser la misma ruta de siempre).
Carros de la policía rodean la plaza de manera sospechosa. Me parece que están dando vueltas. Círculos y más círculos, sólo puedo verlos de esa manera por la ventanita. Algo comienza a preocuparme.


¿Disparos, bombas? No estoy segura. El rostro de la gente está crispado por el asombro y distingo el miedo en otros movimientos, mujeres toman sus carteras con fuerzas, una mujer joven se abraza más a su distraída pareja, la gente avanza más rápido. ¿Acaso estoy viendo humo?
El carro avanza.


La perspectiva de la situación va cambiando conforme me alejo de Lima y me dirijo a mi casa, me parece curioso el pesar que siento por mi abrumadora, hermosa y horrible ciudad. ¿Pasará algo hoy allá? Quién sabe. La ventana me distrae y colores nuevos opacan mis presentimientos.

Celeste. Verde brillante y dorado calmado. Tal vez maíz. ¿Mostaza?

Me siento intranquila y a la vez calmada. Intento hablar con una de las pocas voces que me escucha, y sólo hay un encantador y frustrante silencio de su parte, le digo que tenga cuidado, hoy es peligroso. (¿Acaso lo es de verdad?)

La realidad comienza a desvanecerse para dar paso a mis pensamientos.

¿Qué es lo que de verdad queremos al venir aquí?
¿Qué es lo que de verdad buscamos en esa otra persona que puede o no puede existir?
¿Es acaso amor?
¿Es acaso comprensión?
Lo perfecto sería hallar esas dos cosas en una sola persona, pero aveces considero que ese pensamiento es realmente utópico. Luego recuerdos me piden callar, y callo.


Sí, sería ideal hallar eso en una persona, pero, ¿Acaso no sería eso exigir demasiado? ¿Puede realmente una persona ser tan completa? (o incompleta)
Este mundo trae cosas muy extrañas consigo, cosas muy complejas para ser comprendidas por el ojo ordinario, sentimientos demasiado profundos como para ser descritos a otros, por eso no me queda otra que guardar silencio cuando sé que no voy a ser comprendida.


Las chispas que dejo notar de mi aveces extraña y difusa luz confunden a los que me observan y les hacen pensar que estoy así todo el tiempo, pero aquellos instantes solo forman parte de una ilusión tan incomprensible para mí misma que prefiero adquirirla de camuflaje, al menos por ahora.

Ser amado o ser comprendido.
Hay maravillosas personas en este mundo que me aman y me cuidan. Me siento bendecida por verlos sonreírme. Maravillosas personitas que me hacen sonreír, las amo tanto. Pero de ese grupo selecto que quiero... son tan pocas las que logran comprender algún aspecto de mi esencia.
Eso aveces me entristece.


La melancolía es algo que estuvo presente en mí desde que era una niña muy, muy pequeña y nunca me ha abandonado, así como nunca me abandonó esta manera crítica de observar las cosas (aunque hubo momentos, años atrás, en los que casi olvido eso de mí). Por ende estoy consciente de que mi felicidad (aveces fugaz) puede iluminar hasta lo más oscuro de mi pensamiento.

Pero entonces algo vuelve a hacerme sentir aludida, algún gesto humano me devuelve a la idea inicial de que ellos no me entienden y quizá nunca puedan hacerlo. 
Eso no me hace tanto mal, sé que ellos, la gente de mi edad, de mi entorno y condición, son diferentes a mí y eso solo me causa cierta sensación de soledad.
Pero cuando es el grupo de gente que amo el que no puede comprender... entonces me inundo un momento de melancolía.
¿Si ellos no pueden... entonces quién?


Realmente quisiera ser comprendida. Pero ese es otro problema. ¿Por quién?
Ah, esa pregunta trae otra infinidad de interrogantes consigo.

Y así, y así, y así..


"Estás triste".
Me dice su voz.
Y es verdad, claro que lo estoy... Pero este día es tan hermoso ahora.

Suspiro.
Realmente quisiera poder ir a buscar esos colores que mi corazón me ha dicho debo encontrar.


Pero, ¿qué traerá eso consigo?

domingo, 20 de abril de 2014

Mi tambaleante pasión activa por la ciencia



So, aquí estamos.
Ha transcurrido una increíble cantidad de días en los que no he escrito nada aquí.
Tampoco es para que alguien me escuche o me lea, pero me parece increíble no haber publicado nada, nada aquí.


Me gustaría hablar de lo ocupada que he estado, pero no puedo negar que he utilizado mi tiempo de ocio para observar el techo nostálgica y admirar con clara frustración la pequeña cantidad de estrellas que apenas logro ver desde mi techo.

¡Pero, ah!

El espacio, las bellas estrellas, el magnífico universo, la ciencia... ¡siempre me atraen de tal manera!
La fascinación que tengo hacia el conocimiento de mi magnífica (e insignificante) existencia en este basto universo realmente me mantiene sin dormir por la emoción.

La emoción, la ansiedad de saber.

Quisiera prometerme a mí misma que voy a escribir cosas útiles y científicas que muestren la claridad de mis ocasionales espectaculares pensamientos. Oh, pero soy tan ridículamente... se me escapa la palabra... ¡Tan poco constante! Eso es. Tan poco constante.
Ah, la constancia...

Temo que esa es una de mis grandes debilidades, porque soy terca, testaruda, oh, totalmente decidida cuando sé que deseo algo, pero una vez obtenido este algo, una vez satisfecho este deseo, vaya que es difícil seguir con el ritmo natural de las cosas.

Entiéndase este ritmo como el ritmo natural que debería seguirse. Puesto que, si somos objetivos, podemos pensar en la raza humana como un conglomerado de mentes flojas.

Exceptuando a ciertos genios, claro... ¡Y aún así estos genios eran unos caprichosos!

Yo también soy caprichosa y tengo mis momentos de genialidad, he de admitirlo, pero me falta una cantidad inconmensurable de conocimientos. Aveces me siento tan corta de palabras, tan pequeñita.

Pero aún así, aquí estoy.
¡Y a la lucha!

Ah, tanto por aprender, ¡Tan poco tiempo!
Pero me siento algo positiva esta noche.
¿Se nota?
¡Pues, hurray!

Ah, realmente adoro estas noches de energía contenida. Se siente bien sentir esa chispa incesante de vida, ¡realmente bien!
Y aún si nadie me leyera ¡Qué importa! Total, yo puedo leerme y eso ya es algo de por sí maravilloso.

Ah, capturar pequeñas partes de mi vida, ¡Tantas versiones de mí! Una de ellas está muy viva esta noche, oh, ¡cuánto quiere golpear a su adorado caballero de armadura! pero eso no la distrae de su búsqueda, oh, no, no, señor.

Yo no soy ninguna princesa que espera en la torre, yo soy una guerrera muy genial con todo y armadura, algo de magia y terquedad (quisiera tener una capa, pero todos sabemos qué pasa con las capas) 

Yo puedo cuidarme sola, solo que aveces no quiero cuidarme sola.
Pero, bueno, esta noche tengo energía suficiente para investigar un poco más.
¿Algo más que decir?
¡Ah, sí!

¡A cazar ese dragón!


martes, 25 de marzo de 2014

El abrumador No-Silencio

Estando solo uno aprende muchas cosas.
Aveces puede uno llegar a muchas verdades por medio de un acto incluso más antiguo que la profesión más antigua del mundo.
Uno puede hallar la verdad por medio de la meditación.
El hombre siempre ha mantenido su mente en actividad, desde el asombro ante el cielo estrellado hasta el uso del mismo para la navegación y la localización de uno mismo.
Siempre hallamos la manera de hacer que nuestra observación nos de algún resultado útil para nosotros o aveces contemplamos por el mismo deseo de contemplar y poder llevarnos un poco de la belleza del mundo con nosotros, en nuestros recuerdos.
Así pues, tarde o temprano uno se encuentra con el silencio pacificador. Este silencio es un tipo distinto y magnífico de silencio. Este silencio es aquel que uno evoca en sus momentos de melancolía, usualmente pinta un paisaje, un momento, en el que en medio del silencio nos sentimos completos.
No hay nada más embriagador que la felicidad, por eso podemos responder bien a este silencio, este atardecer entre flores, este amanecer en el mar, esta brisa cálida, esta reunión familiar..
Porque ese silencio no es necesariamente mudo, es más bien una sensación de quietud.
Esa clase de momentos que recordamos antes de morir.
Pero hay otra clase de silencio, uno que implica falta de sonido, pero también pesar del corazón.
Es ese silencio tan suspense que nos hace sentir temor o tristeza y nos sume en un estado gris del que sólo se puede salir con una descarga de alegría y determinación.
Yo conozco muy bien ambos tipos de silencio.
Y oh, esta noche estoy esperando poder salir de este opresivo no-silencio.
Sigo esperando tranquila por esa descarga de alegría.
Y espero poder despertar mejor en la mañana.

lunes, 24 de marzo de 2014

El Doctor y yo. Viajando a través de la melancolía



Mi Tardis

Este es el día dos de este pequeño y silencioso blog, pero voy a retroceder al primer día de mi recaída, ese día de pesadilla.

Es curioso cómo una busca concentrarse en algo diferente para poder sobrellevar las cosas.
Cuando planeé dejar de hablar con mi caballero de armadura (plan que no funcionó ni unas 24 horas) Tenía la idea de mantener la mente lo más ocupada posible.
Era la única manera de sobrevivir.

Entonces, allí estaba yo, completamente sola en mi habitación, evitando escuchar todo tipo de canciones dolorosas, tratando en realidad de no escuchar nada.
Han pasado ya dos semanas desde ese día que recuerdo de manera extraña en mi corazón.
Parece un día perdido.
Pero aún así siento (con mucho pesar) que puedo sentirlo como si aún lo viviera, utilizando mi masoquista memoria fotográfica y fotosensible.

Fue un día gris, insoportablemente cuadrado.
Cuadrado, dícese de un estado mental que suele englobar a la mayoría de la raza humana, las personas cuadradas y grises, son las peores, las que viven por vivir, comen por comer, respiran por respirar y mueren por morir. Usualmente persiguen propósitos vanos, dinero, posición, mujeres de plástico. Cosas inútiles.

Quizá pueda pensarse que soy muy radical, (aveces me sorprendo con estos temas) pero la verdad es que sólo lo soy en algunos asuntos vitales, me considero una persona de puntos medios, a diferencia de mi extremista caballero de fuego. Él sí que es un hombre de extremos.

Pero, bueno, sea lo que sea, me he desviado.
Ese día estuve en mi habitación, fue insoportable la mayor parte del tiempo, hasta que recordé el nombre de una serie que nunca había tenido tiempo de ver y decidí darle una oportunidad (después de todo, ¡qué más podía hacer!) la serie era Doctor Who.
Soy muy aficionada al vicio de las cosas nuevas, (nótese la redundancia) me gusta eso de descubrir, pero nada me fascina más que el espacio y la magia.
Cuando le di click al botón de play del capítulo número dos de la temporada uno de la nueva versión (aún no veo el capítulo uno, aunque ya voy por la tercera temporada, no sé por qué aún no deseo eso) Me quedé ensimismada. La verdad no sabía muy bien de qué trataba la serie, sólo sabía que tenía algo que ver con el tiempo, así que me arriesgué sin saber nada porque en realidad no me importaba. ¡Nada me importaba en ese momento!

Y oh, el descubrimiento.

No podía dejar de devorar los capítulos, uno tras otro, mientras tenía tiempo, claro. Y fue así como logré fundirme con esa atmósfera de novedad, descubrimiento y fascinación. 
Pero, oh, la melancolía...

El Doctor tenía tantos secretos, pero aún así desbordaba amor y espontaneidad, fuerza. Determinación. Entonces, mientras observaba a ese Doctor llevar a aquella chica suya a las infinidades del universo sólo podía pensar: "Si alguien me ofreciese lo mismo, ¿diría que sí? ¿dejaría todo lo que me ata a este mundo para viajar a través de las estrellas por el espacio y por el tiempo?"
 
La verdad es que me dije que sí.
Entonces pensé en mi caballero con armadura, mi triste y encantador caballero de armadura.
Triste, pensé que aún así querría salir de aquí, ver las estrellas, ver más allá de todo, quizá... quizá ver mi hogar.
Pero hay momentos en los que uno se derrumba, aveces la mente tiene trucos que uno no logra comprender. El simple hecho de mencionar esa palabra me derrumbó en llanto de nuevo. Y sintiéndome pequeña ante el mundo me dije que yo quería ir a ver las estrellas con ese hombre fuerte y confundido, con ese hombre de armadura y ojos tristes, pero llenos de amor.

Ah, el corazón. ¿Quién entiende al corazón?
No pretendo filosofar sobre eso ahora, no, no hoy. Pero hay tantas cosas que aún no entiendo, este mundo es tan grande, ¡tan grande!
Pero a la vez es tan pequeño... somos todos tan pequeños en este vasto universo...
Pero el Doctor dice algo que siempre me digo a mí misma y repito como una verdad de la vida:
Hasta el más pequeño ser, puede cambiar el rumbo de la historia.
Después de todo, son los pequeños actos los que nos impulsan día a día. Oh, eso me recuerda tanto al Señor de los Anillos, pero, hablaré de eso en otra oportunidad.

Ahora simplemente puedo viajar, en mi propia Tardis (máquina que puede viajar a través del tiempo y del espacio) hecha de melancolía, sintiéndome también la única en mi especie.
La única en mi especie... pero es entonces donde recuerdo esta otra frase que no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza mientras intento descifrar los rompecabezas de mis emociones:
"Hay algunas cosas por las que vale la pena terminar con un corazón roto"


Y maldición.
Creo que esa es una de las cosas que puedo afirmar con certeza que sé.



domingo, 23 de marzo de 2014

Una búsqueda, un pequeño inicio, desde ningún lugar.

Aveces, cuando cierro los ojos puedo ver todo desde abajo. ¡Todo es tan hermoso!

Una Curiosa caída 


Y... Aquí estoy.
Después de tanto batallar conmigo misma e ignorar ciertas verdades, he terminado cayendo a este lugar.
¿Cómo demonios llegué aquí?
No tengo idea.
Así que comenzaré por el principio.
Mi nombre es Sara y tengo muchas cosas que decir, la verdad, tengo demasiadas. Hablo conmigo todo el tiempo, vivo hablándome día y noche, en especial desde que aquella persona que amé (y sigo amando) decidió decirle adiós a nuestros castillos
Castillos, dícese de aquellos sueños construidos con amor en algún lugar perdido que nadie más que los (o el o la) constructores (o constructor o constructora) puede hallar.
Pues, aquí estoy.
Llevo 19 años viviendo en este mundo extraño y he descubierto varias cosas interesantes.
Por ejemplo, de vez en cuando me siento realmente decepcionada de la humanidad, pero otros de "vez en cuando" descubro aquellos pequeños actos de ternura que me hacen sentir alegre por vivir en este planeta. Por supuesto, que hay muchos, muchos, incontables malos momentos, pero son esos buenos, pequeños y encantadores momentos... los que le dan vida a la vida.
Magia a la magia.
Pues bien, a esta altura se ha podido notar que hablo de lo seres humanos sin sentirme una.
Pues bien, la verdad es que creo que tengo algo de humana, y ese algo me hace hacer cosas estúpidas de vez en cuando.
De vez en cuando.
Por eso es que aveces me siento tentada a sucumbir ante las poderosas emociones que suelen embargar este pequeño cuerpo... y lo hago.
Y lo hago...
Pues bien, tenemos a este hombre, este.... encantador caballero de armadura, pero, no se dejen despistar, la armadura no sólo lo protege, lo aísla.
Lo aísla del mundo y lo hace permanecer, de vez en cuando, en un ostracismo que muy pocas veces logro comprender.
Designios extraños del universo (más bien de sus padres) me alejaron de él. La única persona que alguna vez pudo comprenderme.
La única a la que le podía contar mil veces algo... y descubrir mil significados diferentes al hablar.
La verdad es que él ha cambiado y me da miedo admitirlo.
¿Pero tantos cambios en unas dos semanas?
Eso es lo difícil de creer. 
Sea como sea, yo amo a ese hombre de armadura, porque lo he visto sin ella, porque él se ha mostrado ante mí sin ella, porque hemos compartido mil mundos y mil galaxias.
Pero aún así, hay cosas que debe hacer uno solo.
Yo soy una luchadora, una luchadora incansable, que defiende el amor, la fe, la magia.
Todo aquello que merece ser defendido.
Y él debe de tomar un bando, ¿no es así?
Él debe de elegir luchar por mí y por nosotros.
Hay cosas tan simples que el ser humano vuelve complicadas.
Y todo esto me ha llevado aquí.
Debo de desahogar esto de alguna manera o siento que me voy a ahogar con mi propia voz.
Y no puedo permitirme tal recaída.
Debo de ser fuerte por todos.
Por mí.
Mientras escribo esto una frase del escritor y poeta Jorge Eduardo Eielson viene a mi mente:
"Todo el mundo huye de mi corazón,

porque parece un cocodrilo"

Sé que no dejaré esa frase allí, sé que la escribiré más adelante, la analizaré quizá varias veces, quizá mil veces ¿Quién sabe?
Aveces me siento rehuida.
Soy una persona muy extraña, me gusta alardear de eso, pero la verdad es muy triste en la mayoría de los casos, porque me hace sentir sola.
Siempre voy buscando luces en la noche, mi caballero de armadura dice que yo soy una de ellas, sí, lo sigue diciendo aún hoy, luego de ese día, luego de esa tormenta... y yo la verdad le creo. Creo en sus palabras. Esa noche destruyó mi corazón de mil maneras. Pero aún así le creo.

Es ahí donde me detengo un momento.
¿No es eso extraño?