martes, 27 de mayo de 2014

¿Ser amado o ser comprendido?

Lima. 12:40 pm.

La ciudad está más caótica de lo usual.
Me preocupa muchísimo el caos que reina en este abrumador lugar. El sol ha salido y me encuentro muy confusa, los colores que logro distinguir en el ambiente no me tranquilizan.
Ha habido un choque, un camión ha golpeado lo que parece ser un taxi, el chofer del último está muy preocupado, el del camión parece decirle: "ya no hay nada que hacer, lo mandaremos a arreglar." La mirada del chofer del camión atrae mi atención por su comportamiento, no hay culpa alguna en sus ojos, acepta lo sucedido como algo cotidiano.


Muchas personas voltean a mirar, pero pasan con prisa, hay más preocupación que la usual en los rostros de las personas. Qué curioso. Muchos intentan avanzar con más velocidad y debo ser muy cuidadosa para no ser arrasada por la masa enorme de gente que va en dirección contraria a la mía (¡en contra de la multitud una vez más, qué novedad!) una señora reparte lo que parece ser chicharrón frito en carretilla, tiene buen aroma pero el instinto da desconfianza a la posibilidad a comer allí. Siento mucha hambre.

Subo al carro que me lleva a casa. No puedo evitar pensar que he caminado más de lo usual (a pesar de ser la misma ruta de siempre).
Carros de la policía rodean la plaza de manera sospechosa. Me parece que están dando vueltas. Círculos y más círculos, sólo puedo verlos de esa manera por la ventanita. Algo comienza a preocuparme.


¿Disparos, bombas? No estoy segura. El rostro de la gente está crispado por el asombro y distingo el miedo en otros movimientos, mujeres toman sus carteras con fuerzas, una mujer joven se abraza más a su distraída pareja, la gente avanza más rápido. ¿Acaso estoy viendo humo?
El carro avanza.


La perspectiva de la situación va cambiando conforme me alejo de Lima y me dirijo a mi casa, me parece curioso el pesar que siento por mi abrumadora, hermosa y horrible ciudad. ¿Pasará algo hoy allá? Quién sabe. La ventana me distrae y colores nuevos opacan mis presentimientos.

Celeste. Verde brillante y dorado calmado. Tal vez maíz. ¿Mostaza?

Me siento intranquila y a la vez calmada. Intento hablar con una de las pocas voces que me escucha, y sólo hay un encantador y frustrante silencio de su parte, le digo que tenga cuidado, hoy es peligroso. (¿Acaso lo es de verdad?)

La realidad comienza a desvanecerse para dar paso a mis pensamientos.

¿Qué es lo que de verdad queremos al venir aquí?
¿Qué es lo que de verdad buscamos en esa otra persona que puede o no puede existir?
¿Es acaso amor?
¿Es acaso comprensión?
Lo perfecto sería hallar esas dos cosas en una sola persona, pero aveces considero que ese pensamiento es realmente utópico. Luego recuerdos me piden callar, y callo.


Sí, sería ideal hallar eso en una persona, pero, ¿Acaso no sería eso exigir demasiado? ¿Puede realmente una persona ser tan completa? (o incompleta)
Este mundo trae cosas muy extrañas consigo, cosas muy complejas para ser comprendidas por el ojo ordinario, sentimientos demasiado profundos como para ser descritos a otros, por eso no me queda otra que guardar silencio cuando sé que no voy a ser comprendida.


Las chispas que dejo notar de mi aveces extraña y difusa luz confunden a los que me observan y les hacen pensar que estoy así todo el tiempo, pero aquellos instantes solo forman parte de una ilusión tan incomprensible para mí misma que prefiero adquirirla de camuflaje, al menos por ahora.

Ser amado o ser comprendido.
Hay maravillosas personas en este mundo que me aman y me cuidan. Me siento bendecida por verlos sonreírme. Maravillosas personitas que me hacen sonreír, las amo tanto. Pero de ese grupo selecto que quiero... son tan pocas las que logran comprender algún aspecto de mi esencia.
Eso aveces me entristece.


La melancolía es algo que estuvo presente en mí desde que era una niña muy, muy pequeña y nunca me ha abandonado, así como nunca me abandonó esta manera crítica de observar las cosas (aunque hubo momentos, años atrás, en los que casi olvido eso de mí). Por ende estoy consciente de que mi felicidad (aveces fugaz) puede iluminar hasta lo más oscuro de mi pensamiento.

Pero entonces algo vuelve a hacerme sentir aludida, algún gesto humano me devuelve a la idea inicial de que ellos no me entienden y quizá nunca puedan hacerlo. 
Eso no me hace tanto mal, sé que ellos, la gente de mi edad, de mi entorno y condición, son diferentes a mí y eso solo me causa cierta sensación de soledad.
Pero cuando es el grupo de gente que amo el que no puede comprender... entonces me inundo un momento de melancolía.
¿Si ellos no pueden... entonces quién?


Realmente quisiera ser comprendida. Pero ese es otro problema. ¿Por quién?
Ah, esa pregunta trae otra infinidad de interrogantes consigo.

Y así, y así, y así..


"Estás triste".
Me dice su voz.
Y es verdad, claro que lo estoy... Pero este día es tan hermoso ahora.

Suspiro.
Realmente quisiera poder ir a buscar esos colores que mi corazón me ha dicho debo encontrar.


Pero, ¿qué traerá eso consigo?